lunes, 1 de febrero de 2010

LOCKE: CONTEXTUALIZACIÓN FILOSÓFICA


EL EMPIRISMO


El Empirismo es una corriente filosófica contrapuesta al racionalismo. Mientras que este toma como modelo a la ciencia moderna en su aspecto matemático, el empirismo recoge otro aspecto: la importancia de la experiencia.

Al igual que el racionalismo, el empirismo tomará como punto de partida de la reflexión filosófica el análisis de la conciencia. La filosofía antigua y la filosofía medieval, habían tomado como referencia el mundo y Dios, respectivamente. La filosofía moderna se caracteriza por tomar el sujeto como punto de partida de la reflexión filosófica. Descartes, una vez descubierto el "yo pienso", pasa a analizar el contenido del pensamiento. Los empiristas comenzarán sus indagaciones analizando los contenidos de la conciencia.

El empirismo se desarrolló en las Islas Británicas durante los S. XVII y XVIII. Sus principales representantes fueron Locke, Berkeley y Hume.

Se caracteriza por:


-El origen del conocimiento es la experiencia, la mente es como un papel en blanco. El empirismo niega la existencia de ideas innatas, nuestra mente esta vacía de contenido antes de recibir información de los sentidos. El empirismo no debe ser confundido con el sensismo, pues no reduce todo el conocimiento a la sensación o experiencia externa, admite una experiencia interna y facultades de conocimiento distintas a los sentidos.


-El conocimiento humano es limitado. El racionalismo considera que con el método adecuado se puede llegar a conocerlo todo. El racionalismo aspira a alcanzar la verdad absoluta. Los empiristas consideran que no podemos ir más allá de la experiencia, este es su límite. La razón es la única guía del ser humano y debe tener una finalidad práctica. Al considerar imposible la metafísica, los empiristas se dedican a cuestiones políticas, morales, religiosas, pedagógicas... Por primera vez surge una razón crítica que examina sus propios límites y posibilidades.


Locke en el "Ensayo sobre el entendimiento humano” intenta determinar los límites del conocimiento humano, “los hombres extienden sus investigaciones más allá de su capacidad” y “no es extraño que susciten cuestiones y multipliquen las disputas que, no alcanzando jamás solución clara”.


Se llama fenomenismo a la teoría del conocimiento que reduce la realidad a fenómenos (lo que se me aparece) o impresiones. No podemos hablar de sustancia o realidad alguna: sólo de apariencias sensible.


El punto de vista fenomenista es tan contrario al sentido común que ningún empirista lo aceptó de modo pleno y consciente. Locke lo negó al creer que son válidos los argumentos causales para remontarnos a las cosas exteriores desde nuestras percepciones. Berkeley lo aceptó en relación a los objetos físicos, pero consideró que hay substancias distintas a nuestras propias percepciones: las substancias espirituales. Hume fue el que llevó hasta el final este principio empirista, y consideró que la posición fenomenista era la más coherente y verdadera si se asume el punto de vista filosófico. Pero la filosofía es una actividad teórica, no sirve para  dirigir nuestra vida ni modifica radicalmente nuestras creencias básicas, como la de la existencia de un realidad exterior.


La lectura de Hume despertó a Kant de su sueño dogmático (racionalista). Kant hace una síntesis del empirismo de Hume y el racionalismo. Le da la razón a Hume al señalar que todo nuestro conocimiento comienza por los sentidos; pero también admite, al igual que Descartes, que no todo lo que hay en el conocimiento procede de la experiencia. Descartes habla de ideas innatas.


La síntesis kantiana conocida como criticismo afirma que el conocimiento es una mezcla, la “materia del conocimiento”, datos de los sentidos, con lo que procede del sujeto, ”la forma del conocimiento”. Además no puede aceptar sus planteamientos escépticos o que las leyes físicas sean leyes probables (no necesarias).






LOCKE Y EL CONTRATO SOCIAL

Los tres grandes teóricos del contrato social, son: Tomas Hobbes, John Locke y Jean Jacques Rousseau. Adoptan una nueva perspectiva que es una especie de revolución copernicana en el terreno del pensamiento político: antes de indagar por el modelo perfecto de república (Platón, Aristóteles), los contractualistas buscan cuáles son las condiciones mínimas que permiten preservar a la república (polis) de su autodestrucción. En este sentido, están en línea con el esfuerzo de Maquiavelo por ver el mundo del poder tal como es, como un escenario de pasiones y fuerzas en conflicto y no como una jerarquía preestablecida según la voluntad divina y la idea del bien común.

Su punto de partida es la existencia de un estado de naturaleza común a todo el género humano. En él los seres humanos son libres –no tienen obstáculos para actuar pues no existen vínculos colectivos– iguales y racionales. Los contractualistas no llegan a tal estado de naturaleza como resultado de una investigación histórica o antropológica, el desarrollo de las ciencias sociales en el siglo XVIII no lo permite, se trata, de una ficción al servicio de sus intenciones teóricas.

Aunque la idea del estado de naturaleza sea común a los tres autores clásicos del contractualismo político, existen diferencias importantes. La concepción hobbesiana del estado de naturaleza se aparta del sentido paradisíaco de la Biblia. La condi ción natural del género humano es salvaje, feroz y peligrosa, siendo el principal peligro las demás personas. “El hombre es un lobo para el hombre”. En el estado natural, «la condición del hombre es un estado de guerra de todos contra todos» y la vida es «solitaria, pobre, sucia, bestial y corta». En el estado natural la envidia, la agresividad y la codicia conducen a la guerra. El miedo es la pasión contraria y persuade para la búsqueda de la paz.

Por su parte, Locke y Rousseau son más optimistas sobre la condición humana. Los seres humanos son sociables y pueden vivir en paz. Para Rousseau, la construcción de vínculos duraderos depende de circunstancias externas (búsqueda de alimento, instinto sexual, defensa). La piedad y la autoconservación son dos virtudes naturales que se equilibran de forma mutua. Los seres humanos no son enemigos, viviendo en su primitiva independencia. La guerra sólo se da entre los Estados. La guerra se genera por la ambición de poseer cosas y no surge cuando las relaciones son humanas.

Otra idea fundamental del contractualismo es que la relación entre gobernantes y gobernados es convencional. El poder político se basa en un gran acuerdo entre individuos libres.

Para Hobbes la institución de la civitas pone fin al estado de naturaleza. Se trata de una ruptura radical. El pacto funda una persona (Estado) que puede usar la fuerza y los recursos de todos para asegurar la paz y la defensa común. El soberano, portador de la persona política, concentra plenos poderes sobre los súbditos. El resultado es una monarquía absoluta pero sin fundamento religioso.

Para Locke el pacto funda la sociedad sin que los ciudadanos renuncien a sus derechos. Por eso, pueden rebelarse legítimamente contra los poderes despóticos. El gobierno está limitado y debe respetar la vida, la libertad y el patrimonio de las personas.

Para Rousseau el orden social no procede de Dios ni de la naturaleza, no tiene ningún sentido hablar de ley natural, sino que se basa en un pacto. Por el contrato entre todos los asociados (pueblo) nace el cuerpo moral (república). El soberano del poder es el pueblo y no el rey. Todo gobernante está sometido a los límites de la ley. La voluntad de la comunidad es la «Voluntad general», y no puede ser suplantada por la de un grupo o asamblea de representantes. El poder legislativo ha de quedar directamente en manos de la comunidad, la democracia debe ser directa, la voz y el voto de cada ciudadano tienen idéntico valor.

Para Rousseau la voluntad general es absoluta e infalible; ella determina qué es el bien común. Si algún individuo no acepta alguna ley de la comunidad, y está bien formado como ciudadano, reconocerá que debe obedecerla. Si se opusiera a la voluntad general, por tanto al bien común, debe ser obligado a obedecer. Rousseau dice que se le obligará a ser libre. La libertad natural, basada en la fuerza, se convierte en la sociedad en libertad civil, basada en la razón y la obediencia a las leyes justas. Todos los ciudadanos deben ser iguales ante la ley, la igualdad jurídica hace que todos tengan interés en que se cumplan las leyes.

Carlos Marx criticó la democracia liberal y los derechos civiles y políticos de la sociedad burguesa. Descubrió que con el desarrollo de la industria aparecen nuevas formas de dominación política. La democracia liberal, con sus derechos civiles y políticos está asociada el modo de producción capitalista. Sólo cuando el trabajo humano es convertido en mercancía anónima, tiene sentido dentro de la sociedad la libertad individual (libertad de ir y venir, libertad de contratación). El postulado del individuo libre y racional está al servicio de un modo de producción que busca hacer aceptable, al mismo tiempo, la propiedad privada y la idea de hombres libres que nada poseen, salvo su fuerza de trabajo para ser vendida como mercancía. El resultado es la explotación de los trabajadores que conduce a intensas contradicciones sociales que desembocarán en el socialismo.

Esta es la mitad de la verdad, La lucha de clases, condujo a nuevas formas de dominación política que ni el mismo Marx se podía imaginar. Sociedades enteras sufrieron y murieron bajo el peso asfixiante del control burocrático. La abolición de la propiedad privada y la planificación económica eliminaron el control político y el pluralismo. Por detrás de la idea del contrato social no está sólo la lógica del intercambio de mercancías, también está la lógica de la deliberación como fuente de acuerdos y como condición de legitimidad del poder.




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